Introduction
María Magdalena Campos-Pons: Behold spans nearly four decades of the artist’s work in photography, installation, video, painting, and performance. Her practice embraces the eye of the artist as a tool for witnessing the world with beauty, care, and empathy.
Born in Matanzas, Cuba, in 1959, the year Fidel Castro came to power, Campos-Pons draws from her family story to examine the global histories of enslavement, indentured labor, motherhood, and migration. Using these legacies as her lens, she visualizes the interconnectedness between people and their environments. The artist, who was educated in Cuba during a time of artistic freedom and experimental promise, relocated to the United States in 1991 after Cuba’s political environment hardened due to tensions between the two nations, which continue to impact Cubans today. In her work, she depicts the routes she has taken—through Boston, Italy, and Nashville (her current residence)—and shines a light on her lineage, having been nurtured in a family that upheld the cultural resilience, respect for ancestors, and cosmological connection central to the West African Yoruba–derived Santería religion.
Campos-Pons’s calling as an artist foregrounds performance and the act of beholding to create encounters that are expansive, incisive, and sensorial, and, in her words, “a poetic, compassionate reading of our time.”
All artworks in this exhibition, unless otherwise stated, are by María Magdalena Campos-Pons.
Introducción
María Magdalena Campos-Pons: Behold abarca casi cuatro décadas de las obras de fotografía, instalaciones, video, pintura y performance de la artista. Su práctica emplea el ojo del artista como una herramienta para observar el mundo con belleza, cuidado y empatía.
Campos-Pons, que nació en Matanzas, Cuba, en 1959, el año en que Fidel Castro subió al poder, se inspira en la historia de su familia para examinar las historias mundiales sobre la esclavitud, el trabajo forzado, la maternidad y la emigración. Al usar estas herencias como su lente, visualiza la interconexión que existe entre las personas y sus entornos. La artista, que se educó en Cuba en una época de libertad artística y promesa experimental, se mudó a Estados Unidos en 1991, después de las complicaciones en el contexto político causadas por las tensiones entre las dos naciones, lo cual sigue teniendo un impacto sobre la población cubana en la actualidad. En su trabajo, representa los caminos que ha tomado —en Boston, Italia y Nashville (donde vive actualmente)— y muestra su linaje, con una crianza en una familia que defendía la resiliencia cultural, el respeto por los antepasados y la conexión cosmológica que eran fundamentales para la santería, derivada de la religión yoruba.
La vocación de Campos-Pons como artista enfatiza la performance y la contemplación con el objetivo de crear encuentros expansivos, incisivos y sensoriales que, en sus palabras, constituyan “una lectura poética y compasiva de nuestra época”.
Todas las obras de arte de esta exposición son de María Magdalena Campos-Pons, a menos que se indique lo contrario.
The Calling
Campos-Pons grew up in La Vega, Cuba, a community near Matanzas. It is home to many descendants of African people who were forcibly migrated and enslaved by Spanish colonizers from the 1500s until slavery’s abolishment on the island in 1886. In the face of violence and oppression, including the Cuban state’s 1959-to-1992 ban on religion, Afro-descendant communities remain connected to their spiritual beliefs and traditions.
Campos-Pons’s family practices Santería (also known as Lucumí or Regla de Ocha), which blends West African spiritual beliefs and sacred pantheons with Catholic traditions. Her grandmother was an initiated priestess, and her father was an herbalist. While she never received the calling to be a priestess herself, Campos-Pons mobilizes her art to honor the sacred, sensorial connection between the spirit and the body essential to Santería. The symbolic colors and attributes of Santería orishas (deities) often inform her compositions.
This spiritual foundation is expressed through Polaroid photography, an instantaneous process with no negative for reprinting, which is akin to performance for Campos-Pons. She often combines individual images taken in the studio to create larger compositions. This multivalent, fragmented presentation points to the limits of art and the unknowable power of spirituality beyond the frame. It also speaks to the multiplicity of self and how the building of a whole from disparate parts is the work of what the artist calls the “topography of diaspora.”
El llamado
Campos-Pons creció en La Vega, Cuba, una comunidad cerca de Matanzas. Es el hogar de muchos descendientes de africanos que emigraron de manera forzada y fueron esclavizados por colonizadores españoles desde la década de 1500 hasta el abolicionismo de la esclavitud en la isla en 1886. Ante la violencia y la opresión, que incluyeron la prohibición de la religión por parte del estado cubano entre 1959 y 1992, las comunidades afrodescendientes mantuvieron la conexión con sus creencias y tradiciones espirituales.
La familia de Campos-Pons practica la santería (también conocida como lucumí o Regla de Ocha), que combina las creencias espirituales y los panteones sagrados de África occidental con las tradiciones católicas. Su abuela era una sacerdotisa iniciada y su padre, un herbolario. Aunque nunca recibió el llamado para convertirse en una sacerdotisa, Campos-Pons moviliza su arte para honrar la conexión sagrada y sensorial entre el espíritu y el cuerpo, que es esencial para la santería. Los colores y atributos simbólicos de los orishas (las deidades) de la santería suelen ser el motivo de sus composiciones.
Esta base espiritual se expresa a través de la fotografía Polaroid, un proceso instantáneo que no cuenta con negativos para la reimpresión, lo que es similar a la performance para Campos-Pons. La artista suele combinar imágenes particulares que toma en su estudio para crear composiciones más grandes. Esta presentación polivalente y fragmentada apunta a los límites del arte y el poder desconocido de la espiritualidad más allá del marco. También habla acerca de la multiplicidad del ser y del modo en que la construcción de una totalidad mediante partes dispares constituye el trabajo de lo que la artista llama la “topografía de la diáspora”.
Voyeurs and Beholders
Photography’s history as an art form is inextricable from its development as an objectifying tool for categorization and surveillance under the white male gaze. Governments, businesses, and museums have long used cameras to reinforce and promote constructs of race and as an apparatus to define nationhood, identity, and belonging.
In the hands of Campos-Pons, the eye of the camera is refocused. It not only sees and reproduces but also beholds, evoking associations of touch, support, and dignity. The artist enhances the medium with tactile materials such as watercolor, glass, and hair. The act of looking goes beyond sight and the camera to encompass witnessing and feeling—and to hopefully motivate introspection toward action. The artist states: “For me, there is the argument of the eye, the mechanical eye that we created to see and observe. Then, there is the other eye, the one that I don’t have control over, that is within and witnesses all.” In this section, eyes behold, perceive, witness, cry, and protect.
Voyeristas y espectadores
La historia de la fotografía como forma de arte es inseparable de su desarrollo como una herramienta cosificadora para la categorización y vigilancia bajo la mirada blanca y masculina. Durante mucho tiempo, los gobiernos, las empresas y los museos han utilizado las cámaras para reforzar y promover modelos de raza, y como un aparato para definir la nacionalidad, la identidad y la pertenencia.
En manos de Campos-Pons, el foco de la cámara cambia. No solo ve y reproduce, sino que también contempla, evocando asociaciones de tacto, apoyo y dignidad. La artista realza el medio con materiales táctiles como acuarela, vidrio y cabello. El acto de mirar va más allá de la vista y la cámara para abarcar la presencia y la sensación y, con suerte, motivar la introspección y la acción. La artista afirma: “Para mí, existe el argumento del ojo, el ojo mecánico que creamos para ver y observar. También existe el otro ojo, aquel sobre el que no tengo control, que está adentro y lo presencia todo”. En esta sección, los ojos contemplan, perciben, atestiguan, lloran y protegen.
Picturing Labor
Art is labor—a generative process of ideas, research, experimentation, creation, production, collaboration, and circulation. In this section, Campos-Pons paints her body, shapes clay, collages on paper, and uses a Polaroid camera to capture her styled, performed, and layered compositions.
Throughout her work, she honors multiple experiences and stories of labor: the systems of the body, the creative force of motherhood, the exertion of the migrant’s journey, and the legacy of enslaved, enforced, and domestic labor that continues to generate the Western world’s wealth. Included in this history are her enslaved West African Yoruba ancestors, who were forcibly taken to Cuba to work in sugar plantations during the late nineteenth century, as well as her Chinese ancestors, who worked as indentured laborers in nearby sugar mills. Campos-Pons also traces contemporary hierarchies of labor and place, including through conversations with and portraits of African migrants in Italy in a series titled Sono Qui or “I am here,” on view for the first time in the United States.
Retratar el trabajo
El arte es trabajo, un proceso generativo de ideas, investigación, experimentación, creación, producción, colaboración y circulación. En esta sección, Campos-Pons pinta su cuerpo, forma figuras con arcilla, hace collages en papel y utiliza una cámara Polaroid para capturar sus composiciones estilizadas, interpretadas y superpuestas.
A lo largo de su obra, rinde homenaje a múltiples experiencias e historias de trabajo: los sistemas del cuerpo, la fuerza creadora de la maternidad, el agotamiento del viaje del migrante y el legado del trabajo esclavo, forzado y doméstico que sigue generando la riqueza del mundo occidental. En esta historia se incluyen sus antepasados esclavizados de origen yoruba de África occidental, que fueron llevados a la fuerza a Cuba para trabajar en plantaciones de azúcar hacia fines del siglo XIX, así como sus antepasados chinos, que trabajaron como obreros contratados en ingenios azucareros cercanos. Campos-Pons también traza jerarquías contemporáneas de trabajo y lugar; las incluye a partir de conversaciones y retratos de migrantes africanos en Italia en una serie titulada Sono Qui, o “Estoy aquí”, que se exhibe por primera vez en Estados Unidos.
Extreme Weather
Campos-Pons is moved to create art as a response to the persistent conditions—or extreme weather—of suffering incited by white supremacy, colonialism, and racial capitalism. The daily harm caused by the U.S. economic embargo on Cuba, along with Cuba’s own socioeconomic policies and the devastation of climate change and pandemic loss, are also driving forces in her work. Her materials of choice often encompass water (watercolor), earth (wood), and breath (glass). These natural elements churn alongside—and stand in opposition to—man-made, systemic forces.
The Caribbean is a complex nexus of these conditions, shaped by its histories of enslavement and exploitation, recurring climate crises, and artistic radiance. In her 2016 book In the Wake: On Blackness and Being, scholar Christina Sharpe writes: “It is not the specifics of any one event or set of events that are endlessly repeatable and repeated, but the totality of the environments in which we live; what I am calling the weather,” where “anti-Blackness is pervasive as climate.” This weather “produces new ecologies,” in which Campos-Pons finds opportunities for life and nourishment amid destruction.
Clima extremo
A Campos-Pons la motiva la creación de arte como respuesta a las condiciones climáticas persistentes —o el clima extremo— del sufrimiento provocado por la supremacía blanca, el colonialismo y el capitalismo racial. Los daños diarios producidos por el embargo económico de EE. UU. sobre Cuba, además de las políticas socioeconómicas propias del país y la devastación provocada por el cambio climático y las pérdidas de la pandemia, también constituyen fuerzas impulsoras de su trabajo. Sus materiales preferidos suelen abarcar el agua (acuarela), la tierra (madera) y la respiración (vidrio). Estos elementos naturales se mezclan junto con las fuerzas sistémicas creadas por el hombre (y en oposición a estas).
El Caribe es un nexo complejo de estas condiciones, modelado por sus historias de esclavitud y explotación, crisis climáticas recurrentes y fulgor artístico. En el libro de 2016 In the Wake: On Blackness and Being, la académica Christina Sharpe escribe: “Lo que puede repetirse y se repite indefinidamente no son los aspectos específicos de un evento o una serie de eventos, sino la totalidad de los entornos en los que vivimos, lo que denomino ‘el clima’”, en el que “la oposición a los negros es invasiva como el clima”. Este clima “produce nuevas ecologías”, en las que Campos-Pons encuentra oportunidades de vida y alimentación en medio de la destrucción.
Roots and Routes
In an essay for Campos-Pons’s 2007 exhibition catalogue Everything Is Separated by Water, curator Okwui Enwezor describes the artist’s work as a “series of conjunctions—roots and routes, origin, and displacement.” The artist herself recounts her own grounding amid her journeys through Cuba, Boston, Nashville, and Italy: “I am from many places. I live with that duality and multiplicity in my mind, and in my soul, and in my body. My roots are a bunch of dispersed fragments in the planet, in the universe, in this incredible miasma that is the world.”
In this section, the routes of diaspora and distance—across water, which at once separates and connects all land—are sustained by the roots of familial and ancestral linkages. They are also traced in roots of hair, with braids and twists acting as tendrils of connection.
Raíces y caminos
En un ensayo para el catálogo de la exposición de Campos-Pons del 2007, llamada Todo está separado por agua (Everything Is Separated by Water), el curador Okwui Enwezor describe la obra de la artista como una “serie de conjunciones: raíces y caminos, origen y desplazamiento”. La propia artista relata su arraigo durante sus viajes por Cuba, Boston, Nashville e Italia: “Soy de muchos lugares. Vivo con esa dualidad y multiplicidad en mi mente, mi alma y mi cuerpo. Mis raíces son un conjunto de fragmentos dispersos por el planeta, el universo, este miasma increíble que es el mundo”.
En esta sección, los caminos de diáspora y distancia (a través del agua que al mismo tiempo separa y conecta toda la tierra) se sostienen gracias a las raíces de las conexiones familiares y ancestrales. También pueden reconocerse en las raíces del cabello, con trenzas y bucles que actúan como rizos de conexión.
Process and Performance
Performance is the underlying foundation of Campos-Pons’s work. It is expressed in gestural paintings, photographed in complex Polaroid compositions, or enacted in exhibition spaces, often as a critique of the racial and voyeuristic dynamics of these institutions. In the late 1980s and early 1990s, the artist’s first performances were solitary. They have since blossomed into collaborative, expansive processions in a variety of locations, from an unannounced performance in Venice’s Piazza San Marco to interventions at the National Gallery of Art, in Washington, DC, and the Brooklyn Museum.
These performances are sensorial experiences that combine chants, dance, music, and poetry, as well as physical elements such as rum, sugarcane, Chinese ceramic vessels, white flags, and even live fish. More than a means of movement, processions in Santería tradition invoke the ancestors in an intentional, ceremonial, and symbolic act of embodiment that is neither passive nor theatrical.
This section also includes selections of the artist’s daily notebook drawings, which feature sketches for artworks and visionary, yet-to-be-realized plans for the future.
Proceso y performance
La performance es la base subyacente de la obra de Campos-Pons. Está expresada en las pinturas gestuales, fotografiada en las composiciones complejas con Polaroid o representada en espacios de exposición, a menudo como una crítica de las dinámicas raciales y voyeristas de estas instituciones. A finales de la década de 1980 y principios de la década de 1990, las primeras performances de la artista fueron solitarias. Desde entonces, se han convertido en procesiones colaborativas y expansivas en varios lugares, que abarcan desde una performance espontánea en la plaza San Marco de Venecia hasta intervenciones en la National Gallery of Art en Washington D. C. y el Brooklyn Museum.
Estas performances son experiencias sensoriales que combinan cánticos, danza, música y poesía, así como elementos físicos como el ron, la caña de azúcar, las vasijas de cerámica china, las banderas blancas e incluso peces vivos. Más que un medio de movimiento, las procesiones de la tradición de la santería invocan a los antepasados en un acto intencional, ceremonial y simbólico que no es ni pasivo ni teatral.
Esta sección también incluye selecciones de dibujos del cuaderno diario de la artista, en los que se presentan bocetos de obras de arte y planes visionarios aún no realizados para el futuro.
History of a People Who Were Not Heroes
The trilogy of installations on view in the next three galleries, History of a People Who Were Not Heroes, is composed of A Town Portrait, Spoken Softly with Mama, and Meanwhile the Girls Were Playing. These multimedia installations weave a colorful narrative based in the province of Matanzas, Cuba, where Campos-Pons was raised. United by the themes of identity, legacy, and the significance of the personal and the collective, the trilogy is viewed by the artist as “the unofficial history of her hometown.” Each work serves not only as an homage to her family’s legacy, but also as a monument to Black Cuban families and their connections to global histories. These works are shown together here for only the second time since their creation.
Historia de una población que no era de héroes
La trilogía de instalaciones exhibidas en las siguientes tres galerías, Historia de una población que no era de héroes, está compuesta de Un retrato del pueblo, Hablé con mamá en voz baja, y Mientras las niñas jugaban. Estas instalaciones multimedia entrelazan una narrativa basada en la provincia de Matanzas en Cuba, donde se crio Campos-Pons. Unidas por temas de identidad, legado y el significado de lo personal y lo colectivo, la trilogía es vista por la artista como “la historia no oficial de su pueblo natal”. Cada obra es un homenaje no únicamente al legado de su familia, sino también es un monumento a las familias afrocubanas y sus conexiones con las historias globales. Aquí, estas obras se muestran en conjunto soló por segunda vez desde que fueron creadas.